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Editores, autores y agentes convirtieron Barcelona en capital del “boom”

Editores, agentes literarios con Carmen Balcells a la cabeza y algunos de los autores convirtieron Barcelona en una capital fundamental para el "boom" latinoamericano, pues fue en esta ciudad española donde adquirió notoriedad internacional.

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Editores, agentes literarios con Carmen Balcells a la cabeza y algunos de los autores convirtieron Barcelona en una capital fundamental para el “boom” latinoamericano, pues fue en esta ciudad española donde adquirió notoriedad internacional.

Barcelona reunió en los años 70 del pasado siglo a varios de los entonces jóvenes escritores latinoamericanos de mayor progresión y aquí incluso vivieron durante largas temporadas Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, José Donoso o Alfredo Bryce Echenique.

Esta vecindad no era casual pues aquí estaba uno de sus editores más militantes, el ya desaparecido Carlos Barral, que publicó a los autores del “boom” primero en Seix Barral y posteriormente en Barral Editores.

En conversación con Efe, el editor Jorge Herralde recuerda que antes de los años 70 se puede hablar de una “prehistoria barcelonesa” del “boom” que se fragua cuando “a causa de la Guerra Civil española un grandísimo editor como fue Antoni López Llausàs fundó Editorial Sudamericana, el sello que publicó, nada menos, que ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez y ‘Rayuela’ de Julio Cortázar”.

“Muchos en Barcelona casi aprendimos a leer gracias a estas ediciones latinoamericanas de Sudamericana y Losada, también fundada por un español”, relata Herralde.

Después de esos primeros años, coincidiendo con el “boom”, recuerda el editor barcelonés, llegaron a Barcelona en los años setenta muchos autores e incluso algunos se instalaron durante años como García Márquez y Vargas Llosa, que vivían en el barrio de Sarrià, muy cerca de la editorial Anagrama.

Aquí se instalaron posteriormente, casi por efecto llamada, el mexicano Sergio Pitol y el chileno José Donoso, mientras otros estaban de paso por Barcelona como el mexicano Carlos Fuentes o el argentino Julio Cortázar.

Todas las voces consultadas coinciden de manera clara: “Gran parte de la mejor literatura del ‘boom’ se fue publicando aquí debido a la intervención de un agente cultural, el editor Carlos Barral, que lanzó a bastantes de los grandes escritores como el propio Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante o José Donoso”.

Seix Barral convocaba desde 1958 el premio Biblioteca Breve que tras tres ediciones ganadas consecutivamente por españoles (Luis Goytisolo, Juan García Hortelano y José Manuel Caballero Bonald, en 1962 ganó Vargas Llosa con “La ciudad y los perros”, obra que, para muchos, marca la frontera del inicio del “boom”.

Tras el escritor peruano, figuraron en el podio del Biblioteca Breve el mexicano Vicente Leñero (1963), el cubano Cabrera Infante (1964), Manuel Puig como finalista (1965), Carlos Fuentes (1967), el venezolano Adriano González León y de manera virtual el chileno José Donoso (1970), que finalmente no recibió el premio por problemas internos de la editorial.

El protagonismo de Barral aparece sin embargo compartido con el papel que jugó, y aún juega, la “superagente literaria” Carmen Balcells, como la llamaba su amigo Manuel Vázquez Montalbán, o la “Mamá grande del ‘boom'”, como se han referido a ella en ocasiones García Márquez o Vargas Llosa.

El éxito de la Agencia Literaria Balcells comenzó con el colombiano, cuyos derechos gestionó desde los primeros años de la década de 1960, y posteriormente se fueron sumando a su nómina de escritores Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, José Donoso o Alfredo Bryce Echenique.

Frente a los que opinan que el “boom”, como muchas de estas denominaciones generacionales, fue un montaje comercial, otros piensan que el azar operó para que algunos editores publicaran a determinados escritores de América Latina que rápidamente tuvieron éxito de lectores y de crítica.

Fue el empuje de Balcells y el empeño editorial de Barral lo que atrajo a muchos de aquellos escritores sudamericanos hasta Barcelona, donde desde 1977 vive el editor argentino Francisco Porrúa, que fuera fundador de Minotauro y hoy ya jubilado, y quien en una muestra de humildad ha quitado siempre la importancia de su papel de descubridor de Cortázar.

Cuando el propio Porrúa fue contratado en 1958 como asesor de Sudamericana en Buenos Aires, Cortázar ya había publicado en este sello los cuentos de “Bestiario”, aunque apenas se habían vendido medio centenar de ejemplares, mas Porrúa apostó por Cortázar y gracias a su implicación publicaron “Las armas secretas”, que ya tuvo mejor recepción de lectores y dio alas a la carrera literaria del autor de “Rayuela”.

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